Para ponerme en tu lugar, ni necesito ni puedo ser tú

Marta se estrelló. Había escuchado muchas veces que eso de la empatía era ponerse en el lugar de otra persona y cómo era eso de importante para su profesión. Y Marta quería ser una buena profesional. Llegó a la conclusión de que si quería entender a sus clientes, debería pasar por sus mismas situaciones.

La primera persona era corredora de maratón, así que, si quería trabajar con ella la motivación, debería también correr maratones, sentir como su cliente a mitad de la carrera. Lo hizo, pero resultó que ella había sentido otras cosas diferentes que intentó hacerle ver a su cliente, y se estrelló.

Su segundo cliente era un famoso cocinero que necesita aprender a priorizar tareas, así que para empatizar desde la experiencia aprendió cocina y trabajó unos meses en un restaurante. Tampoco esta experiencia fue demasiado productiva, de nuevo se estrelló: había clonado una variable, pero cada persona se compone de muchas.

Decidió entonces mejorar su estrategia, quería ser una buena profesional. Iba a charlas y presentaciones y seguía viendo cómo muchos se explicaban en base a haber vivido experiencias en lugar de haber adquirido competencias, cómo muchos mostraban los recursos que habían puesto en marcha en lugar de hablar de la caja de herramientas de recursos, donde es más importante saber cuál elegir en cada caso, con cada persona.

Seguía cada vez más convencida de su estrategia. Con su tercer cliente, sí que lograría empatizar desde la experiencia. Se metería en la piel de la persona que entrara por su puerta y viviría su profesión antes de intentar ayudarle en las dificultades que tuviera en ella. Viviría su trabajo antes de acompañarle en sus procesos de mejora en el mismo. Cada segundo, cada gesto, cada acción, cada movimiento, cada pensamiento…,así empatizaría.

Marta no lo sabía, pero su próximo cliente sería un famoso piloto acrobático…y Marta se estrelló.

Cuando buscamos comprender la vida emocional de otra persona en base a replicar una experiencia concreta, cometemos dos errores importantes:

1. La empatía es un viaje de ida y vuelta, manteniendo la perspectiva. Supone ser capaz de ponernos en la situación de una persona, escucharla, comprenderla… pero sin sufrir sus daños, para poder volver de nuevo a una posición que nos permita ser facilitadores de su mejora, sin golpes ni raspaduras.
2. Es muy difícil clonar experiencias, por la multitud de variables implicadas, pero es imposible clonar emociones, porque cada persona ha ido construyendo su mundo en el día a día, y cada persona vive las experiencias de una manera diferente.

Cuando basamos única y exclusivamente nuestro valor profesional en haber vivido experiencias similares, no somos empáticos, simplemente hemos elegido un modelo similar, al que ponerle nuestra ropa. Y ya sabes, no todo queda bien a todo el mundo.

A veces, antes de mirar a los demás, les ponemos gafas de sol de espejo, y creemos estar mirándolos cuando no hacemos más que ver nuestro reflejo y actuar en consecuencia.

Empatía no es contagio emocional, que es una respuesta automática de nuestras neuronas. Empatía no es simpatizar con las emociones de los demás por tener afinidad o identificarnos por haberlas vivido.

Vivir una experiencia puede ser el disparador para convertirnos en profesionales, pero no nos da la profesionalidad, es más, nos obliga incluso a ser más cuidadosos.

Cuando hemos vivido una situación determinada tendemos a valorar otras situaciones en base a nuestra experiencia, es decir, nos cuesta más trabajo apagar nuestra radio. Creemos que si a nosotros nos han servido determinadas estrategias, les pueden servir a los demás, les deben servir a los demás, les tienen que servir a los demás: creemos que si nosotros hemos podido los demás también pueden poder, deberían poder, tienen que poder…

Pero cometemos así un último gran error: LOS DEMÁS NO SON TÚ.

Quiero entrenar mi empatía, desde la profesionalidad, no quiero tener que vivir cada experiencia de cada persona a la que ayudo, a la que apoyo, a la que facilito su mejora….

¿Os imagináis que tuviera que hacerlo?